jueves, 4 de octubre de 2012

Antón Chejov...

Alejandro Kuprin, en sus recuerdos de Chejov, escribió lo siguiente:
"Creo que no abrió ni entregó enteramente su corazón a nadie. Pero miraba a todo el mundo con cariño, aunque no como lo exige la amistad y, al mismo tiempo, con un gran interés, aunque tal vez inconsciente".

He leído esto y me he sentido identificada. Soy tan difícil para abrirme realmente a lo demás, incluso en amistad, como si solo tocará la superficie del agua e hiciera ondas de simpatía, pero jamás entrara.
Me ha recordado que desde  hace mucho tiempo no puedo llorar... ¿He puesto un muro en esa puerta?, ¿dejando arrinconadas cosas para que nadie las vea?, ¿para que nadie pueda entrar?